mardi, novembre 24, 2020

El libro de los Chulillos

Me metí al blog y caché que hace mucho tiempo que no publico. Tengo varios borradores pero, por alguna razón, ya no me interesan y, bueno, me puse a leer lo último que hay aquí y es un post triste, de cuando murió mi abuela Charito, el 2019. Ahí les contaba que mi mamá creció con sus tíos... O sea con su tía, la hermana de la Charito, mi "Chulilla", y su marido, un gran hombre, el "Chulillo", A.Lobato. Ellos fueron los segundos padres de mi mamá y, por ende, mis segundos y muy queridos abuelos.

(La foto es de la portada del libro
y se la robé a mi prima, de su instagram)

La historia del apodo "Chulillos" tiene que ver con España, o, quizá, más bien, con la colonia española en Chile, de la cual he sido parte toda la vida.

Antiguamente dicha colectividad se juntaba mucho, por ejemplo en el estadio a ver jugar a la Unión, y, claro, también en otros lugares.

Los padres de la Charito, la mamá Conchita y el Papá Rafael, a quienes alcancé a conocer, ambos nacidos y criados en Andalucía, participaban de esas reuniones. (Dato aparte: la mamá Conchita fue la primera enfermera Cruz Roja extranjera en Chile, mi mamá siguió sus pasos y ha sido Cruz Roja toda su vida).

Mi abuelo, Nicolás Sacristán, el marido de la Charito, llegó desde Madrid en el Winnipeg (¡verifiqué el registro!). Y sé que mi abuela lo conoció en una fiesta, la que probablemente debe haber sido concertada por la colonia española en Chile.  

Por el lado de mi papá, mi Tata era mallorquín y basquetbolista (de los que salía en el diario), iba a ver a la Unión y, así, imagino, en uno de esos eventos de la colonia, conoció al Chulillo. Y por eso, luego, mi papá conoció a mi mamá. Y, aunque no me sé la historia, presumo que, también, por esas cosas de la colectividad, el Chulillo debe haber conocido a la Chulilla.

El Chulillo, un asturiano con un corazón enorme y generoso, posición acomodada, muy culto y de ojos azules, se enamoró de esta andaluza tan bonita, mi tía abuela... Y se casó con ella. Él, desde siempre, y dada la usanza española de que a las niñas lindas les dicen "chulas", la llamó a ella, cariñosamente, "mi Chula", "mi Chulilla"... Hasta que llegamos nosotros, los nietos (verdaderos y putativos, como yo) y ellos pasaron a ser los "Chulillos" para todos, el Chuli y la Chuli. Y así quedaron para la posteridad. 

Y por tanto, los Chulillos, y toda la descendencia, o sea mis tíos y primos Lobato, que son todos bellos y encantadores, son una parte muy importante y querida de mi familia y con quienes pasé toda mi infancia y adolescencia. 

Y resulta que en esta familia nunca se omite una ocasión para juntarse y celebrar lo que sea -fiestas de fin de año, cumpleaños, Santa Concepción (así se llama la Chulilla y su hija mayor, la tía Conchi, en honor a la mamá Conchita), una graduación, el viaje de alguien- y un sinfin de eventos que convocaban a toooodaaaa la patota. O sea, mucha gente, porque ellos son cuatro hermanos, más mi mamá cinco, y todos tienen promedio tres hijos ¡y eso era la base no más! En resumen, ¡éramos un montón!. Y siempre con MUCHA, pero mucha, mucha comida. 

Eso pasaba sobre todo en el depa de los Chulillos los domingos al almuerzo, en la calle Holanda. Ya cuando hacía más calor, la locación podía variar a la parcela del Arrayán, pero para mí las mejores juntas, porque estábamos varios días, eran en la casa de Algarrobo. Una casa preciosa de piedra frente a la playa Las Cadenas. Para el 18, Semana Santa, algunos findes largos y parte de los veranos.

El tiempo pasó, todos crecimos y bueno, por esas cosas que tiene la vida, cada vez fui menos a esas reuniones y muy contadas veces tras la muy triste muerte del Chulillo, en el 2002. Pero el cariño se ha mantenido intacto y a las tías las veo cada 25 de marzo en el cumple de mi mamá, y a veces a algunos primos el 12 de octubre en el Estadio Español y así, poco, pero sigue mi contacto (mi hermana chica, en cambio, sigue de lo más conectada con todos). 

Una de mis primas, muy linda ella, empezó a ir a la playa de Santo Domingo con su familia (su marido y sus cuatro hijos, ¡dos mellizos y luego dos mellizas!) y me la encontré justo por allá, porque a ese balneario voy desde chica, dado que la familia de mi papá siempre tuvo casa cerca, y ahora él tiene un depa por esos lados, al que va todo el tiempo. Mi prima y yo nos vimos en la costanera a la orilla del mar en el verano y, hace poco, la empecé a seguir en instagram.

Este año, cerca del 18 de septiembre y en plena Pandemia, una de mis tías me escribió un wsp, donde decía que harían un libro de la familia y que todos aquellos que quisieran aportar con algún relato, anécdota o similares eran bienvenidos. 

El wsp era algo como "¿cuántos almuerzos tuvieron en la calle Holanda o en Algarrobo?... es hora de buscar fotos y contar los recuerdos". La llamé y nos pusimos a conversar de lo humano y lo divino. Siempre es así en esta familia. 

Y me contó que todos los que hubieran sido parte de esas juntas (¡y éramos muchos!) y quisieran participar estaban convocados, entre ellos, obviamente, mi mamá, mi papá, mis hermanas y yo. Había un plazo de entrega, el 30 de septiembre. 

Se acercaba el deadline y yo tenía muchas ideas en la cabeza pero se agolpaban y la verdad no me salía el relato... Hasta que un día, como en una comedia de situaciones, apareció el tema durante una llamada telefónica. Y entonces, por fin, pude escribir mi texto, ¡y de una! También ayudé a mi papá a contar su recuerdo. Y lo mandamos en la fecha oportuna.

Pasó el tiempo y ayer la tía Conchi me escribió al wsp "Por fin apareció el libro,  está entretenido, te va a gustar. Te tenemos uno de regalo para ti y uno para tu papá, tenemos que coordinamos para entregártelo". 

Y justo me meto a Instagram y tengo una mención de mi prima, donde cuenta sobre esto y ella aparece con el libro en la mano. Le robé una foto, es la que está en este post. Muero de ganas de ver el libro, cuando lo tenga, les cuento más. 

*Para al que le interese, aquí está la versión digital del libro. Mi texto "la torta de nueces", está en la página 50 del pdf.




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