mercredi, juin 01, 2011

Raro, migajas y dignidad

 

Es raro que a veces, uno sabiendo ciertas cosas, haga lo que tiene ganas igual, conociendo las consecuencias, y luego se queje… Pero como que hay una fuerza interna mega power que te impide hacer otra cosa… Necesitas hacer (o no hacer) eso sí o sí.

Un amigo me contaba, por ejemplo, sobre su pega, y me decía que para él saludar a una persona X era como decir “aquí no pasó nada”. Y no, no podía transar eso… Y piensa que si no lo hace perderá la pega y no quiere… Pero no puede y no saluda…

Y por otro lado siente que quizá aunque transe, igual quizá  perderá el trabajo, y ahí nada habrá valido la pena… Entonces menos transa.

Lo he padecido. Sé de eso… En ambos casos. Haber transado y haber obtenido un buen resultado, y sobre todo no haberlo obtenido a pesar de transar. Y es raro…

Es raro estar en el dilema y es raro después, cuando hiciste lo que no querías, y todo mal igual. Grrrrrrrr.

También es raro que uno esté con alguien que en verdad no quiere estar con uno, o no de la misma manera, y así y todo uno siga… Por esto o lo otro, o por la esperanza de mutar las cosas… Aunque uno sabe que eso no pasará y que lo hay que hacer es “Next”… ahí, uno se queda, inexplicablemente.

Lo he visto N veces, en tantas personas….

Y eso es como las migajas. O sea, el mensaje que se da al otro, al tener esas conductas, es “me quedo con tus migajas”.

Dan ganas de tener un ataque de dignidad y decir, “no, esto no es aceptable” y cortar todo… Pero uno se muerde los dientes, llora para adentro, se dice ciertas cosas, se justifica y se queda…

Porque siente que las migajas es mejor que nada, porque siente que no puede seguir sin eso (la pega, alguien, etc.). Y la verdad es que no es así, aunque uno no lo crea.

Con lo único que no se puede seguir es con la dignidad herida, porque la dignidad humana, el sentirse digno, es el motor para avanzar.

La dignidad, según toda la literatura que he leído (y he leído harta al respecto) judicial y moral, en resumen se define como “aquello íntimo, fundamental, e indescriptible que le da valor a un ser humano”.

A veces, con la vida, uno va mermando su amor propio, y cree que va transando, que es una decisión… Pero no, es una mella en la dignidad, que si no se ve, ni se cura, se profundizará.

Un buen ejemplo de esto es la historia de Fantine (la mamá de Cosette) en “Les Misérables” de Víctor Hugo y otro muy buen ejemplo es la progresión dramática del profesor en "El Ángel Azul”, la afamada peli que protagoniza la Marlene Dietrich (o sus piernas).

En ambos casos, los personajes comienzan su historia, en el relato, como personas normales, que tienen un sentido en la vida… Con el tiempo, y las cosas que les pasan, van transando….cediendo en varias cosas… Y de repente vemos que son estropajos humanos. ¿Qué pasó? Perdieron la dignidad.

Sí, es verdad, a veces se pierde, como en esos casos (aunque sean ficción, pueden referir a la realidad). Y sí, quizá a veces es inevitable, pero no siempre.

Yo he visto gente que no sé cómo tiene la dignidad instalada en el alma como un roble, pero no todos  son así y/o no siempre. Aspirar a eso creo que es una buena ambición, procurarles eso a los niños me parece que es un regalo invaluable.

En fin, creo que cuando las cosas se ponen raras, algo no anda bien y simplemente hay que salir de ahí, con la dignidad incólume, porque sino, sé, certeramente, que el remedio será mucho, muchísimo peor que la enfermedad y/o pan para hoy y hambre para mañana…

Y sí, es difícil cuando uno tiene hambre decir que no al pan de hoy, … que uno quiere leer como “el nuestro de cada día”… Pero, las migajas no satisfacen el hambre y, ya lo demostró Siddharta (del gran Herman Hesse), el ayuno de vez en cuando hace bien.

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