lundi, octobre 09, 2023

Día de la Hispanidad en el Estadio Español 2023



Foto del stand andaluz, 2023 (foto mía, ver álbum)

Desde que me acuerdo, el 12 de octubre, feriado, para mí era sinónimo de ir al Estadio Español.

Mi familia, que ha estado siempre a cargo del stand de Andalucía, uniendo mesitas, armaba una sola mesa larga, parecida a la de la casa de Algarrobo*, y al igual que la de la playa, ésta, ese día, se llenaba de cariño y comida. 

El Estadio Español, cuya entrada y todas sus múltiples y maravillosas actividades, han estado perpetua y exclusivamente reservadas a los socios, y luego, eventualmente, además, a sólo sus invitados registrados para una determinada ocasión, el 12 de octubre bajaba la guardia y se volvía de puertas abiertas, o sea, con libre entrada para todo aquél que quisiera celebrar "el día de la raza" (como yo lo aprendí, pero que ahora se denomina "Día de la hispanidad"). Así fue casi toda mi vida. Instancia en que el Estadio se repletaba de gentes varias, unidos todos en un ambiente festivo para celebrar el encuentro.


Ahí llegábamos a instalarnos nosotros, desde la mañana hasta la noche. Tíos, primos y una gran parte de la parentela, bajo el fondo ruidoso de guitarras y flamenco, amenizado con sangría, pepitos y tortilla española. Con el tiempo, se fueron sumando parejas, sobrinos, nietos y amigos varios, siempre todos muy bienvenido a la mesa larga, llena muchas risotadas, con puestas al día tras el "Ohhh, pero qué es de tu vida!!!!" e invitaciones a instalarte y conversar, y a comer obviamente, pues jamás faltaba de un cuanto hay para merendar. Para mí ese día era sinónimo de mi muy grata junta anual con todos ellos. 


Obviamente, no siempre estábamos a la vez, lo que era muy beneficioso para poder conversar con mayor atención. Unos llegaban más temprano y otros más tarde. Algunos se iban a dar una vuelta para ver a la gente con sus diversos trajes tradicionales, o a probar algo de los otros stands, donde todas las colectividades ofrecían varios platos típicos, o volvían según el show sin pausa del tablao andaluz o se iban a la cancha donde habían distintas exhibiciones de las diversas ramas deportistas y artísticas del Estadio. Siendo, por supuesto, las de flamenco y otras danzas españolas, las bellas e indiscutidas protagonistas absolutas.


Evidentemente, mi prima V., quien además de profesional de la salud es bailaora y co-fundadora con su marido de una afamada escuela de baile (@jlsobarzoflamenco), junto a sus fieles alumnas, siempre ha hecho una presentación en esa ocasión. Y por supuesto ahí nos íbamos todos a sentar en la gradería y acompañarla con las palmas y el infaltable oléeeee!!!!.


Creo que fue el 2018, por razones desconocidas para mí, cuando en el Estadio empezaron a poner límites a la entrada. No me gustó, de algún modo se perdía la esencia, pero igual fui, por mi querida junta anual. Entonces invité a Míster, con quien estaba empezando a pololear, y quien iba por primera vez.


El 2019, siete días antes del fulminante Estallido Social, en particular el viernes 10 de octubre, y justo ese finde “hispano”, murió mi abuela*, de origen andaluz, tras varios días de agonía y, además yo tenía función en el teatro*. Por esos motivos, esa fue una de las pocas veces que recuerdo no haber asistido a esa fiesta. 


Luego, el 2020, llegó la Pandemia y empezaron las restricciones de aforo en todos lados. No recuerdo qué pasó ese año para el 12 de octubre, pues yo no salía ni a la esquina. Tenía pánico de enfermarme, con lo peligroso y caro que salía. Además, estaba a cargo de llevarle los remedios a mi papá y de llevarlo al médico, entonces, como él dependía de mí, no me podía enfermar. Y además Míster es diabético, y yo no quería estar más sin verlo (no lo vi en seis meses, desde marzo, cuando se declaró el confinamiento, hasta julio, cuando lo visité para celebrar dos años juntos).


Y si bien los siguientes años (2021 y 2022) se fueron relajando las medidas sanitarias, yo no me había planteado ir de nuevo, hasta este año, cuando la pandemia estaba controlada oficialmente, según la OMS. Y dado que quería ir, y reanudar mi postergada junta anual, empecé a buscar información para la versión 2023... Y la encontré aquí.


Así supe que esto ya no es para nada de puertas abiertas, como solía ser…ahora se requiere invitación, además es un máximo de cuatro invitados, con pulseras que se deben retirar por los socios, físicamente y con antelación, y además se exige registro con nombre, rut, email y teléfono que debes hacer máximo hasta el día antes de la celebración (y sin todos esos datos no es posible ingresarlo a la web). No me gustó para nada, ni el fondo ni la forma, pese a que en mi caso yo no tenía mayor problema, respiré profundo y en virtud de mis ganas del encuentro familiar anual, hice lo necesario e igual fui, con Míster. 


Había una fila enorme para entrar, al llegar a la puerta de acceso, ahora diferente para socios que para visitantes, había guardias que revisaban hasta la cartera... Me cargó. Quise convencerme que era por seguridad, y que básicamente no quedaba otra dada la violencia que se había instaurado en todo Santiago (todo el país en verdad) desde el Estallido en adelante, pero seguía siendo un shock para mí. Una vez adentro, tipo cinco de la tarde, en un día soleado, me fui rauda y directo al stand de Andalucía. Como era de esperar, el tablao estaba lleno, y me puse a buscar la mesa larga...


No la encontré. En su lugar sólo vi, en una mesa de cuatro o seis, sin casi platos ni jarras, una sola de mis tías, quien estaba conversando con dos jóvenes, que yo no conocía. La saludo y me los presenta “son mis sobrinos, los hijos de mi hermano”, dice. “Ohh" digo sonriendo "entonces somos primos” (cierto), pero no hubo un “Oooh qué buena” ni nada por el estilo. Sólo un silencio que no sentí equivalente una invitación a indagar más, o quedarme ahí... Le pregunto a mi tía por los demás, me mira raro y dice “Pero quién más va a estar, si están todos muertos”... Y entonces se me apretó el pecho. 


Era verdad, en gran medida. Mi abuela, su hermana (la mamá de esta tía), el patriarca de la casa de Algarrobo, y en resumen todos los que para mí hacían entrañable esta instancia y un espacio para compartir con la parentela extendida en la mesa larga, de la playa o del stand, ya no estaban en este mundo.


Yo esperaba ver a la prolífica descendencia, como siempre, pero sin todos los que hacían de argamasa, la junta de ese día ya no era obvia. Y me di cuenta así, de golpe y porrazo, con una canción de cariño malo gitano de fondo, desgraciadamente muy adhoc, y me dolió tanto, tanto, evidenciarlo. 

Mi mamá en pleno olé!

Entonces esta tía me dijo “tu mamá está allá sentada”, me sorprendió porque ella me había dicho que no iría. Cosa que era completamente insólita para mí, pero me dijo que estaba medio malena de salud y no q (tosía un poco cuando hablamos) y por eso no quería estar en el pasto, además tenía una fiesta el sábado 7 y un compromiso ese domingo 8). De modo que verla ahí fue sorpresa...


La fuimos a saludar, y me dijo que el compromiso era la semana siguiente y que la llamó la tía X para la junta anula, pero que aún no la encontraba. La dejé ahi y fui a dar una nueva vuelta, por si veía a la tía X, la mesa larga o algo que indicara su pronta presencia. Mister, que se sentía muy congestionado por la alergia primaveral, pese a los antiestamínicos muy oportunamente y suficientemente administrados, me esperaba bajo la sombra de un árbol, en un espacio un poco más silencioso.


En mi búsqueda de algo parecido al choclón de siempre y vi a otra tía, justo una que nunca me ha caído muy bien, sentada con alguien que yo no conocía y en otra mesa además, algo completamente impensable para mí hasta ayer. No me reconoció y así que no la saludé. Y, entonces, todo empezó a parecerme raro. 


Volví donde Míster y nos fuimos a recorrer el lugar, pero al poco andar él quiso regresar, mucho ruido, mucho polen y mucha gente" me dijo. todo lleno de alergia y  congestión… Me dio un abrazo y se fue.


Mi mamá en primera fila del tablao andaluz

Yo seguí deambulando, milagrosamente sin encontrarme con nadie. Me senté en las mesitas del patio andaluz, que hallo es uno de los espacios más lindos y gratos del Estadio, y me compré una tortilla española. ”Quijote”, de esas con chorizo, que curiosamente no hacen de la manera tradicional (con las papas cocidas y fritas), así que mi mamá no la recomienda ("Katinita, es que es atroz, ahora en todas partes, incluido aquí, hacen todo al microondas, impresentable en general, pero sobre todo en un lugar como este", me dijo, y le encontré razón). Y comí ahí, sola… Nunca había sido así. 


En eso estaba, cerca de las ocho, aún de día, cuando mi mamá me llama para decirme que no encontró a la tía X y que se quiere ir… le indiqué dónde estaba, llegó con mi chaqueta y conversamos un rato. Además, ese día no habría las tradicionales fallas valencianas, tampoco estaba la reina de Valencia paseándose con su atuendo regio, y hasta mi mamá se iría del Estadio antes que oscureciera y ella , que solía no bajarse del auto, ahora andaba en úber…. Me vino nostalgia, porque ya nada era como antes. (Me sentí un poco como "Barbie", en la película, que quería que todo fuera como siempre y eso ya no era viable).


Ayudé a mi mamá con la parte digital del transporte, y la dejé en la puerta. Luego, sola nuevamente, fui a ver el coro anunciado en el programa (en la web y en instagram del estadio, que según un video promocional, era zarzuela … Yo nunca había visto una zarzuela en vivo, y me quedé. 


Entré al salón “Parque de los Reyes”, que había conocido en julio por la charla sobre Mallorca que hicieron mi papá y mi tío*, donde me reencontré con gran parte de esa parentela que esperaba ayer, en el día de la Hispanidad, y que no vi. 



El Coro Encina hizo una presentación hermosa*, fragmentos de temas populares que cautivaron de inmediato al público que cantamos con ellos. Luego los líricos, y finalmente canciones de Zarzuela, pero en concierto (ahí el director explicó, muy gentilmente, que lo hicieron "en concierto" y no "escénico" por el tiempo... de hecho empezaron a ensayar para lo de ayer, como en julio, justo después de la primera gala que hicieron este año. la de ayer fue la segunda y estuvo preciosa la verdad).


Además todo fue muy amenizado por el director del coro, que era MUY simpático y totalmente encantador, quien comentaba breves historias sobre los contextos de cada canción, además de presentar a los autores e intérpretes. Y también dijo que, creía, que era el único grupo que hacía zarzuela en el país, así que me sentí súper afortunada de haberlos vistos. Realmente lindo y entretenido.


Al culminar el show, salí del salón, y quise comprarle una tortilla Quijote a Míster para llevar, pero como me dijo alguien “No quedó nada, se comieron hasta los molinos de viento”. Me di una vuelta por el stand de Andalucía, por si acaso me encontraba con alguien, y aún había fiesta pero no estaban ni siquiera las tías que había visto antes, ni la prima bailaora, ni nadie de los míos.


Busqué algo para comer en los otros stands para llevarle a Monsieur, pero era efectivo, no quedaba prácticamente nada. Increíble porque había toneladas de comida y no era barata. Finalmente, encontré un sándwich medio picante. que era lo único que quedaba y lo estaban rematando para cerrar el local, y se lo compré.


Esta vez, a diferencia de todos mis recuerdos de este día, en vez de en patota o al menos con un par de parientes salí sola del Estadio, junto a una turba de desconocidos, y, por lo mismo, teniendo una sensación como de irrealidad. Y, mientras sentía que algo se decantaba dentro de mí, caminé por la calle “Puerta del sol” hasta Apoquindo.


De a poco el ruido del día fue desapareciendo mientras me iba. Esperé una micro que nunca llegó así que fui hasta el metro por la vereda norte, al llegar a la estación escuela militar, resultó que estaba cerrada. Por suerte vi que al otro lado había gente, o sea probablemente seguía abierta, lo cual era coherente con la hora, casi las 11 de la noche, casi la del cierre, pero aún no.


Debí devolverme un buen trecho para poder atravesar, pero alcancé a subir al metro y me bajé en Pedro de Valdivia. Caminé casi a media noche, sola, cosa que no hago nunca, y por una totalmente silenciosa Marchant Pereira, hasta el edificio. Subí, le di un beso a él, y el sandwich, y entonces aquello que sentía se evidenció, esa sensación de incredulidad se volvió pena por la despedida de una era, porque se terminaba día de la hispanidad, mi 12 de octubre, ya nunca más sería lo mismo.


*

*Sobre "la mesa de Algarrobo", conté parte de eso en este post "El libro de los Chulillos" y en "Volver a pasar por el corazón".

*Sobre la muerte el 2019 de mi abuela, escribí aquí (y además linkeo el discurso que di para su funeral): "Mi Charito"

*La Función en el teatro fue en el contexto del festival del verso clásico, y aquí está el registro en video de mi participación en esa instancia. Y aquí un álbum de fotos al respecto.

*Sobre la charla de mi papá y mi tío...Algo conté en mi instagram e hice un álbum de fotos de esa jornada que terminó en el casi del estadio, con una larga mesa llena de gente y comida.

*Presentación del coro... Y justo esta hermosísima presentación fue grabada como Dios manda, así que aquí dejo ese registro.. para despedir con algo de arte esta versión del día de la Hispanidad, 2023, cuando tengo (desde enero) 50 años y sentí que este es mi último recuerdo al respecto, porque creo, el "12 de octubre" (aunque se celebre el 8), mi "12 de octubre", nunca volvería a ser lo mismo para mí.


mercredi, janvier 12, 2022

Mi escribir, como damascos maduros

Árbol de damascos
parecido al de mi infancia (Fuente)*.

La velocidad en mi cabeza  era mayor que la de mis manos en el  piano”. Algo así le dijo el músico Reggi (así sellamaba Elton John antes de convertirse celebridad) al letrista Bernie, al poco tiempo de conocerse. 

Eso fue cuando un productor los recibió a ambos, casi simultáneamente. Entonces, ellos dos eran muy jóvenes y además totalmente desconocidos. El ejecutivo les percibió cierto talento y les pidió que vieran si podían trabajar en dupla. 

Lo lograron y fue un acierto rotundo. Al menos según "Rocketman", la película que vimos, anoche, Ive y yo (por Netflix), sobre la historia del famoso cantante británico. En todo caso, Wikipedia lo confirma*. Pero lo que me caló fuerte fue la primera frase que cito aquí. 

De hecho, cuando la escuché le dije a Ive: "Eso mismo me pasaba a mí cuando escribía" y usé el verbo en pasado.

Y me dio tanta pena y rabia… pues, aunque es cierto que sigo escribiendo pequeños relatos cortos en twitter, en la cabeza y, en todas partes en verdad… De hecho, ahora, aquí en el blog, vi que tengo un montón de textos en borrador, de los que me había olvidado. Estos forman parte del sinfín de escritos esbozados o a medio hacer que tengo. El punto es que, también es cierto, que ya casi nunca me siento a escribir con dedicación ni termino bien el texto iniciado o con ganas de armar. 

No lo hago no porque no quiera o no me guste... sino porque siempre... siempre hay algo más urgente, siempre es "después lo hago" pero, de repente, anoche, me percaté que ya no siento las voces en mí, al menos no como antes. 

Me refiero a esas "voces" que me obligaron, casi toda mi vida, a parar lo que fuera que estuviera haciendo y escribir. Porque era una necesidad imposible de postergar, como respirar casi. Ahora es sólo a veces así y, casi siempre, lo dejo pasar.  

O sea, aprendí a dejarlo pasar, a ahogar las ganas, a tratarlas como si fueran una molestia y, por lo tanto, a no darles tiempo basada en que mi escribir no es algo productivo... 

Pero anoche, cuando vi la película, y sentí lo que el artista sentía al darle espacio a las voces, esa conexión entre lo que pasa en tu alma y en tus manos, es tan lindo, que sentí que no darle espacio es como matar la belleza... y eso no puede estar bien. Y al carajo con que no sea productivo.

(Al respecto, recordé la novela de Milan Kundera, donde la protagonista, Agnes siente que matan la belleza y ella la recupera con una rosa azul*). 

En fin. Hoy desperté a las 5 am y podría haber tomado un libro (a los que también, muy a mi pesar, y por la misma razón, les doy mucho menos tiempo ahora), también podría haber seguido con varios temas personales/laborales que requieren urgentemente de mi tiempo, y eso iba a hacer “para aprovechar la despertada y hacer algo productivo” como suelo decirme… 

También pensé en escribir a mano, como hice durante un buen tiempo del último año en un cuaderno, usándolo como diario de vida, pero sobre todo como ejercicio de  “mantención” de escritura*…. 

También pensé en retomar alguno de los mil escritos sin terminar que tengo en la mac… Y que ya no sé si terminaré, porque sé que los relatos pueden salir del alma en un cierto momento y luego ya no. Se mueren. He pensado muchas veces que son como frutas en los árboles, tienen su tiempo de aparición y maduración, se comen ricos ahí... o no se comen, nunca. 

Al respecto, me acuerdo que en mi casa de Vitacura, donde pasé mi infancia, había varios árboles frutales en el patio, entre ellos, dos damascos. 

Mi mamá y a mi abuela, en las tardes de verano, sentadas en la terraza con varios canastos de damascos que habían sacado, se quedaban sacándole el cuesco para hacer mermelada. Quedaba maravillosa. (Ja, recordé un relato de la Marcela Serrano,  donde, en una parte, habla justamente de ser el tipo de personas que hace mermelada de damascos*). 

El asunto es que yo, si bien a veces colaboraba un rato con ellas, además de comer algunos damascos, porque ¡estaban tan rico!s, veía y sentía que esa actividad, igual que desgranar porotos en esa misma época, era pausada, placentera, conversada, aprovechando la caída de “la fresca” veraniega. Y ellas hacían eso no una tarde, sino varias, porque no todos los damascos estaban listos al mismo tiempo. 

El punto es que, aunque los frutos estaban ahí por un regalo prodigioso y dulce de la naturaleza, si no fuera porque ellas se organizaban y se hacían el tiempo, grato pero destinado a eso y no a otra cosa, esos exquisitos duraznos de mi memoria se hubieran caído y podrido en el suelo, pese a tener potencial para ser parte de un festín. Pero, para eso, había que tomar acción oportunamente, por último para congelar o confitar. Sino, ya es demasiado tarde y nada que hacer. 

Yo siento que así mismo son las historias en la cabeza y en el alma. Al menos son así para mí. Las tengo, las puedo llegar a saborear, pero me digo “ya, ahora tengo que hacer X, después me siento a escribirla”, pero el después no tiene calendario y yo me lleno de cansancio y de deberes y nunca hay tiempo para “sólo” escribir… 

Creo que es porque, en algún momento, me empecé a sentir culpable… en cuanto a que ¿cómo puedo estar escribiendo si tengo que hacer X, Y, Z? así que yo misma me postergué y aprendí a callar las voces que, siempre, aparecían y yo requería detener todo para darles espacio…

Pero ayer, cuando vi la película y, en una parte, el joven Reggi, en su casa, donde vivía con su mamá, a partir de las letras de Bernie, compone, en el piano y la voz, algo que le salió del alma, de verdad sublime, de hecho me conmoví. Hasta le dije a Ive, “Oye ¡pero qué lindo!”. No soy muy conocedora del artista inglés, pero era uno de sus mayores hits, y el que, según el filme, le abrió la fama. 

El punto es que, en ese momento, cuando el Elton John en ciernes leyó esa letra de su amigo Bernie, sintió en su cabeza y manos las “voces” y le dio espacio. Vale decir, “cosechó los damascos maduros”. 

En la película, la primera parte de la canción es ahí, en la casa, pero la segunda es en el estudio de grabación, donde seguramente le hicieron arreglos. 

O sea, es frecuente que las cosas no están listas en “la primera cosecha” (en el caso de los damascos, hay que lavarlos, seleccionarlos, sacarles el cuesco, etc. antes de usarlos para mermelada).  Es lo mismo con las creaciones, hay que trabajarlas después… Pero Reggi no hubiera llegado al hit sin haberse tomado el tiempo de darle cuerpo melodioso a las voces… Solo, en su casa, sólo con su mamá.

Eso hice yo durante gran parte de mi vida, volqué "las voces" en miles de cuadernos, que siempre tuve cerca. Ahora me digo que debe ser en el teclado y ahí ya todo cambia… porque no fluye igual y, me pasa, que siento que hacerlo en un cuaderno es tonto, porque me dará lata pasarlo en limpio (lo que también es cierto). 

(Aunque sé que hay maneras de hacerlo con voz a texto… pero no sé cómo y termino no escribiendo… creo que lo del teclado ha sido parte del problema de no escribir, seguramente no el mayor, pero ha incidido su resto...Tengo que ver qué hago al respecto).

En fin. Yo siento que parte fundamental de mí es ser alguien que escribe. Es como mi esencia, quizá, también mi humilde aporte al mundo. A parte del mundo que me ronda, al menos. 

Como ser un árbol de damascos, no será el único, tampoco tiene por qué ser el mejor, ni nada. Será uno más. Y sí, a veces dará frutos amargos, pero también dará muchos dulces. Y puede alimentar, e incluso quizá deleitar, a quienes estén cerca y tengan la suerte de probarlos. Si uno quiere que no se pierdan, hay que cosecharlos cuando es debido. 

Por lo tanto, si yo quiero procurar que la mayoría de mis relatos no se pierda, me tengo que ocupar… darle el tiempo necesario y oportuno a la cosecha de "las voces". Porque el mundo es un lugar mucho mejor con "damascos" que sin ellos. Con los míos y los tuyos.

Por eso creo que es importante que todos nos demos el tiempo de cosechar nuestros propios "damascos" maduros pues, sin duda, varios serán dulces. 

Y, además, tal como sentí con mi mamá y mi abuela con los damascos, esa cosecha suele ser una actividad muy grata para el cuerpo y el alma, pues ¡qué cosa más rica unos damasquitos dulces al caer “la fresca” en el verano!... Eso mismo siento yo cuando escucho “las voces” y las escribo... como ahora. A ver si me hago caso.

Notas:

* Me hubiera gustado poner una foto de los damascos de mi casa. Pero resulta que no tengo imágenes, sólo las de mi memoria. Ahora que lo pienso me gustaría que alguien me hiciera un dibujo o una pintura... La foto la saqué de Google images.

*La película que vimos anoche Ive (mi pareja desde 2018) y yo, en Netflix es "Rocketman"  de 2109. Aquí la info .

*La biografía de Elton John según Wikipedia confirma la dupla y amistad exitosa entre Bernie y Reggi (ver aquí). 

* Me encantó el libro "La Inmortalidad" de Milan Kundera. De hecho, ahora, estuve considerando leerlo de nuevo. Porque es MUY bueno. Eso pasó justo porque reléi unos párrafos, gracias a este breve y muy buen post, donde los citan: http://unlibroaldia.blogspot.com/2009/05/milan-kundera-la-inmortalidad.html

*Lo del ejercicio de escritura diaria fue gracias a una propuesta de una argentina, la Ceci Maugueri, que me encanta, y que ayuda a escritores. Yo la leo, tristemente sólo de reojo porque siempre me digo “después”, pero de vez en cuando sí me doy el tiempo para leerla un poquito más y siempre, pero siempre, es un acierto. Esta es su web: https://www.ceciliamaugeri.com.ar

* Me encanta la obra de la escritora Marcela Serrano. La he leído casi toda. No sé si el relato al que hago mención es de una novela, creo que de "Nosotras, que nos queremos tanto" o uno de los cuentos de "Dulce enemiga mía". Lo googlé, pero no encontré la respuesta con exactitud.

 





samedi, janvier 09, 2021

"Relatos Ciegos" y el "Estallido social"

Esta foto es de Hugo Morales, 25 oct 2019, de art en Wikipedia
El viernes 18 de octubre de 2019, como muchos otros viernes, fui a almorzar, temprano, al Cubano, en Lastarria, con Ive, porque es muy rico y está muy cerca del trabajo de él. Comimos su maravillosa lasaña de berenjenas y luego me fui a mi casa, porque irían de la empresa "Fugas" a detectar una fuga de agua... Eso sería a las tres de la tarde y, luego, yo me iría a Viña, al funeral de la hija de una muy querida amiga de mis papás, que era como una especie de prima lejana para mí, de mi edad. Se moría de cáncer y dejaba un hijo de 18 años sin mamá. 

Mi papá se había ido en la mañana y me ofreció llevarme en auto, pero yo no podía por este asunto de la fuga (ya habíamos reagendado un par de veces, inclusive la víspera, el jueves 17 de octubre, en la mañana había colapsado, otra vez, una matriz de Aguas Andinas, lo que inundó varios sectores y generó un taco enorme, ese día en la tarde, además, en la estación San Joaquín del metro, hubo desmanes producidos, aparentemente, por estudiantes de establecimientos cercanos... Yo creo que eso escaló y explotó al día siguiente. El asunto era que yo no quería alargar más el tema y me quedé en Santiago, me iría después de almuerzo en bus). 

Fuente foto Emol (esta foto no sé si era del 18 oct, pero
así se veía en la tele, incendios por todas partes).
Así, el viernes 18 de octubre, yo estaba en mi casa, cerca de las cuatro de la tarde, despidiendo al tipo de la empresa, cuando Ive me llama por teléfono y me dice "cerraron el metro, no hay micros, nos soltaron a todos en la oficina". Él se fue caminando por el lado norte del río hasta su casa a la altura de Pedro de Valdivia, yo vi las noticias sin poder creer lo que veía... Fue impresionante.  Todo estaba en llamas (quemaron 20 estaciones de metro ese día y dañaron varias otras). El taco desde mi ventana era épico. Nadie sabía nada de nada, el transporte público era un enigma enorme. No pude irme a Viña.

LLamé a mi papá y le conté. Él figuraba en un restaurant de Concón, mirando la puesta de sol en el mar y comiendo mariscos... Me dio tanta lata no haberme ido con él. Al día siguiente, con una suerte infinita, una amiga, a la que le había comentado mi situación, me ofreció llevarme al terminal y esperarme a ver cómo me iba... 

Foto del 19 oct 2019. Soldados en la calle. Fuente.

Nos fuimos en su auto bajando por la Alameda, un sábado, cerca de las nueve de la mañana, y era otro Santiago. Todo estaba rayado, roto y lleno de soldados en la calle. Yo nunca había visto algo así. Me dio mucho miedo. 

Logré tomar el bus y, no ´se cómo, logré llegar al cementerio "parque del mar" en Concón, pero ya todo estaba terminando. Tras todo eso, yo iba a volver a Santiago, pero en las noticias, en la radio, decían que había problemas en todas partes, Viña y Concón incluidos. Mi papá y yo decidimos irnos a "atrincherar", como dijo él,  a la playa, a la depa de Santo Domingo.

Nos quedamos allá varias semanas, escuchando noticias. Yo estaba aterrada con lo de los ojos. La gente perdía ojos por el actuar desproporcionado de la policía. Las secciones oculares de la Posta Central y el Hospital Salvador estaban a tope, como nunca antes. 

Yo escuchaba noticias y leía al respecto en twitter como nunca en mi vida. Había marchas todos los viernes en la plaza Baquedano, a la que dejaron convertida en un horrible lugar, la zona cero y todo fue escalando hasta que hubo una tremenda marcha, la más grande de todas, dicen, incluso más que la emblemática última marcha del "NO". 

En algún momento, el presidente, Piñera, anuncia que se creará el pacto para una Nueva Constitución. Tras muchas dificultades de todo tipo y con gente llenando las calles algunos con música, ollas y cucharas, otros destrozando la ciudad y varios colapsando unidades de urgencia, entre otras situaciones, el 15 de noviembre, a casi un mes del estallido, se firma el Pacto para una Nueva Constitución. Pero las manifestaciones no cesaron... 

En algún momento nosotros, en medio de todo eso, volvemos a Santiago y yo escribo un cuento, "La Llamada", que da cuenta un poco de todo lo vivido. Sigo leyendo twitter y mucha gente cuenta muchas historias, algunas que realmente conmueven. Las guardo en la misma plataforma. 

Fuente: el tweet de Marianne
Entonces, un día, veo un twit, de una actriz chilena, de origen alemán y que vive hace varios años en Berlín, Marianne, quien, impactada con todo lo que pasaba en su país natal, hace un llamado a todos quienes le quieran contar sus relatos, pues quiere hacer, lo único que dice está en sus manos hacer, una obra de teatro.  

Me comunico con Marianne por twitter. Tenemos buena onda desde el principio. Nos damos los whatssup (wsp) y emails. Le mando mi cuento (uno de los primeros borradores), también le comparto algunos de los relatos que guardé. Ella revisa todo ese material, y más, y escribe, flash, su obra guión, que titula "Relatos Ciegos". 

Me mostró su escrito y me percato que tomó varias de las cosas que escribí yo y de los relatos que le recomendé. Le hago algunos alcances que ella, en parte, acogió y, tras hacer algunos ensayos de la obra que estrenaba entonces, "La muerte y la doncella", no sé cómo, empieza muy rápidamente con toda la producción (actores, lugar, ensayos, para su obra etc.), todo fluía mágicamente. Pero, en marzo del 2020, llega la pandemia y todos los teatros del mundo se cierran y se instauran las cuarentenas. En Berlín también, obviamente.

Marianne no quería que todo el trabajo se perdiera y, tras evidenciar que la cosa se venía para rato, su compañía, "Primera Línea teatro", decide encontrar un modo de filmar ... Lo encuentran y cada quien se graba en su casa con su propio celular. 

Fuente de la foto, El Mostrador (junio 2020)
Marianne y yo nos mandamos diversos wsp así que yo estaba al tanto de su trabajo.
Ella, tan decente, pidió permiso explícito para señalar el nombre en el corto a todos quienes, de alguna manera, le ayudaron en este proyecto. Entre ellos me preguntó a mí. Le dije que por supuesto que sí, pero, la verdad, yo sentía que la que debía agradecer era yo... se lo compartí. Fue bonito eso.

Fotograma del video de Wendy donde cuenta 
sobre el back stage y edición del film.
  Ver video aquí

La obra de teatro, así, se transforma en un cortometraje (editada por la actriz e influencer, y miembro de la compañía de Marianne, Wendy Bermejo) y, una vez terminado, comienzan a buscar lugares de exhibición. Lo encuentran, primero, en mayo de 2020, un festival de Berlín online, donde obtiene tanta aceptación del público, que en vez de un solo día de exhibición se extiende. 

Y, así, Marianne muestra su película en ese y otros festivales, y es entrevistada por distintos medios (El Mostrador, Somos Berlín, Revista Desbandada, etc.). 

Para este proyecto ella recibió la generosa ayuda de muchas personas, incluso de algunos artistas importantes, y entre ellas también mía. Estoy muy feliz de haber podido participar, indirectamente, de este filme.

Minuto 22:49 del cortometraje "Relatos Ciegos".


El corto está completo en fb, dura cerca de 20 minutos y, si quieres, lo puedes ver aquí.

El álbum de fotos


Yo en Capilano Bridge. Primer viaje a Vancouver, 2013.
T
odo lo de del libro de los Chulillos (últimos dos post) me lleva a contarles que, una vez, le dije a mi hermana, en Canadá, con la cámara en la mano (creo que no era el celu) algo como “ponte ahí para sacarte una foto” y ella me preguntó ¿ok pero, cuándo yo las voy a ver?...

Ahí me di cuenta que eso pasa, que las fotos se transforman en una sola imagen, que con suerte se manda por wsp en ese momento o se olvida, que no se les da contexto.  

O sea, se las deja sin más valor que para ese minuto y luego se borra. Despojándolas del potencial de hacerse un recuerdo, como el que disfruté al ver el libro de los Chulis.

Menos mal que mi hermana siempre supo eso y ella, hace poquito, por video navideño, me mostró un álbum de fotos que mandó a hacer. En él estaban las imágenes de los paseos y viajes que hicimos todos las veces que la fuimos a ver a Canadá (varias). ¡Y hay imágenes con todos mis sobrinos entre guaguas y casi guaguas!. Una exquisitez.

Me refiero a sus hijos y los hijos de mi hermana chica, que vive en Berlín. Así recordé las visitas al Waterfront, al acuario, al Capilano Bridge-, entre otros varios lugares de Vancouver, así como a lagos y parques cercanos. 

Tenemos fotos con el papá, las tres hermanas, los maridos, los cuatro primos. Ver otra vez esas imágenes fue como un festival de Felicidad para mí.

Ahora, en cada uno de esos viajes mi hermana canadiense (literal, ahora tiene doble nacionalidad, triple en verdad, porque somos españolas también) se encargó de llevar la máquina súper wuaaaa y no sólo el celu. 

Y luego de imprimir las fotos, seleccionarlas y armar álbums y, además, regalarnos un ejemplar impreso a todos. Está en la playa y cuando voy a veces lo veo. Ver esas fotos, así, sentadita, enfocada en ese momento, con calma, pasando las páginas, sin apuro y sin pantalla, me hace TAN bien. 

Y ahora, para este fin de 2020, mi hermana canadiense revisó, duplicó y editó algunas de esas imágenes y así amplió los álbums… 

Me los mostró hace unos días por videowsp y yo le decía “o que linda esa foto; ¡ahí estoy yo!; eso fue cuando…;mira qué chiquititos los niños; que delicia como ellos salen aquí” y así un buen rato. Me puse feliz con todos esos recuerdos.

Yo saco fotos con el celu y las amontono hasta que con suerte las traspaso al compu, si es que no las borro para hacer espacio. Saco fotos de un plato que se ve apetitoso, de un cartel con info que quiero usar y, a veces, de momentos para conservar, pero donde casi nunca  hago el mínimo trabajo posterior, que tampoco es tanto. Como, por ejemplo, al menos agruparlas en un álbum digital. 

Así se me van amontonando y luego ya no son valiosas, sino al revés, son cosas que entorpecen el funcionamiento del celu… ¿Por qué perdieron su valor? Porque no se lo di ¿y qué funcionamiento obstaculizan?... Sacar más y más fotos, a las que seguiré sin dar el debido tratamiento. Para dejarle espacio a memes o chistes que me llegan por wsp... 

Escribo y leo esto y me da hasta un poco vergüenza esta conducta. Procuraré cambiarla durante este año que se asoma. Porque estos días, gracias al libro de los Chulillos y al álbum de fotos que hizo mi hermana, resignifiqué la foto en la era digital.

Ya no me parece que sea algo que simplemente se hace porque se puede, sino que es un regalo de la tecnología que se debe honrar par que tenga valor. Y eso, como todo lo que importa, implica cierto trabajo. 

Una de mis misiones este año será darles valor a las fotos que lo merecen, o sea, principalmente las que muestran juntas con gente que uno quiere, e inmediatamente ponerla en un álbum, aunque sea digital, pero con fecha y contexto. 

Hacer eso oportunamente tomará sólo un momento pero, luego, puede ser la semilla de un libro y un buen recuerdo, como el libro de los Chulillos. 

Y lo digo en términos literales, porque recordar, o sea, volver a pasar por el corazón ese momento calientito es, sinceramente, LO mejor. Y no me quiero perder la oportunidad. Les dejo la sugerencia a ustedes también. Un abrazo a todos.



mercredi, janvier 06, 2021

Volver a pasar por el corazón

Varios de los primos, con los Chulis.
en la puerta de la casa de Algarrobo
En algún momento incierto de los 80
(la foto de la foto del libro impreso, of course ;)).
¡Feliz 2021 para todos! Tuve suerte y justo para estas fechas me llegó de regalo ¡el libro impreso! Ese del que les conté en el post previo. ¡Quedó precioso! 
Están las fotos de muchos acontecimientos en los que no había nacido, como el matrimonio de los Chulillos o de mis papás o, aunque ya estaba en la tierra, no figuro porque era muy chica o por motivos varios,  y así, con este libro, pude ver algo de eso y ¡me encantó!

Por supuesto, también, hay imágenes de situaciones en las que sí participé, como paseos y celebraciones variopintas, cuando todos los primos estábamos chicos… 

¡Éramos un montón de niños! ¿como 10, 12? Por ahí. Yo soy la mayor y mi prima menor debe tener ocho o nueve años menos que yo. O sea, una prole gigante de entre cero y nueve años. Uff. Valor. 

Los primos, no todos, como en los 80. 
 ¿Semana Santa quizá? digo por lo abrigados
(La foto es de la foto del libro impreso ;)).
Y así se resucitaron todas esas fotos, de quien sabe cuando, de todos juntos, con nuestras jardineras, vestiditos y atuendos vacacionales. 

Y en aquél entonces, finales de los 70 y en los 80 en pleno, a nadie se le ocurría fotografiar la comida, si fuera hoy, debería haber un libro sólo para eso en esta familia, porque ¡qué manera de comer! 

También hay un sinnúmero de fotos en la casa de Algarrobo, incluyendo algunas en blanco y negro y, así, vi cómo era ese balneario hace más de 40 años. BELLO.

Algarrobo quien sabe cuándo (adivinar por autos). 
Se ve el sitio donde se construyó la casa familiar
frente a la plazuela de taxis de la playa Las Cadenas.
Y también la casa en lo alto era de tíos
y además una que no se ve aquí, o sea, ¡más primos!
Todo esto estaba disperso por aquí y por allá, hasta que mi primo dijo “es hora de hacer un libro de familia” y se encargó de recolectarlo, ordenarlo y demás y ¡Voilá! 

Encuentro increíble como la convocatoria a la unión de registros desperdigados, al armarlos y contarlos, y con el tiempo y la gestión adecuada, pasan de ser sólo una foto vieja por ahí, o algo en la memoria de alguien, a convertirse en un invaluable recuerdo. Literalmente digo, porque recordar, como saben, significa, volver a pasar por el corazón. Y cuando eso pasa, el alma queda calientita al recorrer la historia propia, hermosamente materializada. 

Sé que hay empresas que se encargan de hacer estas cosas, de hecho, creo que mi primo se coordinó con una de ellas y, así, quedó una versión digital y un libro precioso de tapa dura y fotos impresas con colores brillantes. Y, como todo, el resultado final tiene que ver con la semilla y el proceso de buen cultivo y cuidado. La semilla aquí es una familia y el resto es que se reúne con frecuencia, para puro estar junta, porque sí, y, obvio, ¡que deja registro!

Proveerse los registros diseminados por todos lados no es una tarea trivial pero, al menos, en ese entonces, las fotos se revelaban y se organizaban en álbums. Así que me imagino que las fotos más antiguas fueron relativamente fáciles de ubicar.  Hoy, en cambio, hay tantas miles de foto de todo, que yo no sabría por donde empezar a buscar. 

Creo que ya es hora de tomar medidas para prevenir eso y así poder generar, desde la memoria, la felicidad que da el volver a pasar por el corazón.


Día de la Hispanidad en el Estadio Español 2023

Foto del stand andaluz, 2023 (foto mía, ver álbum ) Desde que me acuerdo, el 12 de octubre, feriado, para mí era sinónimo de ir al Estadio E...