lundi, juin 25, 2012

El otro cepillo de dientes

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“Prólogo” y “Epílogo” son, respectivamente, los nombres de estas dos bellas esculturas de Nicanor Plaza, que vi en la expo del Bellas Artes, el domingo. Y me parecieron taaaaaaaaaaan elocuentes.

En la primera, en “El Prólogo”, él la busca y ella lo permite, pero hasta por ahí … En la segunda, en “El Epílogo”, en cambio, él definitivamente mira lejos, tiene la pierna presta a levantarse, y un cuchillo en la mano, quizá para liberarse de lo que sea… Y ella, desde abajo, lo retiene a penas, suplicante….

Me pasaron tantas cosas en la guata cuando vi esto.  La elipsis del proceso (que se podría ilustrar con “El Beso” de Mr. Rodin) es tan extraordinariamente gráfico…

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Miraba esas esculturas y recordé los versos de Neruda “es tan corto el amor y es tan largo el olvido”… Y me pregunté ¿Cuánto dura el prólogo, cuándo termina el epílogo?…

Y entonces se me ocurrió que un indicador contemporáneo es el otro cepillo de dientes.

Claro, un día604488-dos-cepillos-de-dientes-de-color-azul-en-una-taza-azul-sobre-fondo-blanco, así como de repente, cuando te levantas, hay un segundo cepillo de dientes en tu baño. “Hoy hay otro cepillo”, piensas. Y sonríes mientras te lavas.

Y cuando llega la noche, y ya vas a acostarte, entras al baño y lo ves de nuevo.  Y piensas “todavía hay otro cepillo” , y sonríes otra vez.

Y entonces pasa el tiempo, y el segundo cepillo se va quedando, quedando…  Su presencia, despacito, se hizo tan cotidiana  que ya no te fijas mucho en él…

Hasta que pasa que una mañana, cuando te levantas y vas a lavarte los dientes, vuelves a ver al otro cepillo. Sigue ahí, como antes, pero en verdad todo es distinto ese día, porque sabes que nadie lo va a usar…

Miras el cepillo, como si su presencia o ausencia fuera una evidencia infalible del estado de las cosas… Y no te atreves a hacer nada, lo dejas en su lugar…  “Por si acaso”, piensas. Pero esa mañana, mientras te lavas, ya no sonríes.

Y entonces pasa otra mañana y otra y otra, y el cepillo sigue ahí, sin uso. Y, de a poco, la silenciosa presencia del otro cepillo va creciendo, se va haciendo cada vez más notoria… Hasta hacerse inmensa, y casi insoportable, entonces, lo tomas y lo cambias de lugar.

No lo botas todavía, porque aún en el aire palpita un “por si acaso”, que no sabes de adónde viene, pero ahí está… Así que conservas el otro cepillo, pero donde no lo veas.

En el primer tiempo, lo ves aunque no lo miras, lo espías de reojo, e incluso en momentos lo tomas y lo vuelves a poner en su sitio… pero al rato lo vuelves a sacar… y lo vuelves a esconder…

Pero un día te aguantas y no lo sacas de su escondite, ni otro, ni otro. Y ahí se queda un tiempo, que se alarga, hasta que se te olvida. Y un día, sin querer, quizá ordenando o limpiando, lo ves. Entonces lo tomas, lo botas y… sonríes otra vez.

La duración de “El Prólogo”, “El Beso” y el “Epílogo” puede que se se resuman, entonces, en la aparición, permanencia y ausencia del otro cepillo en tu baño.

¿Cuánto tiempo debe ser eso? Quizá hasta que sepas, así de adentro, si tiene o no sentido dejar espacio aùn a un “por si acaso”… Y a veces, muchas veces, tan sólo una palabra puede clarificar, y así hacer todo el cambio….

Pd- Las fuentes de las fotos están linkeadas en ellas.

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