mercredi, janvier 06, 2021

Volver a pasar por el corazón

Varios de los primos, con los Chulis.
en la puerta de la casa de Algarrobo
En algún momento incierto de los 80
(la foto de la foto del libro impreso, of course ;)).
¡Feliz 2021 para todos! Tuve suerte y justo para estas fechas me llegó de regalo ¡el libro impreso! Ese del que les conté en el post previo. ¡Quedó precioso! 
Están las fotos de muchos acontecimientos en los que no había nacido, como el matrimonio de los Chulillos o de mis papás o, aunque ya estaba en la tierra, no figuro porque era muy chica o por motivos varios,  y así, con este libro, pude ver algo de eso y ¡me encantó!

Por supuesto, también, hay imágenes de situaciones en las que sí participé, como paseos y celebraciones variopintas, cuando todos los primos estábamos chicos… 

¡Éramos un montón de niños! ¿como 10, 12? Por ahí. Yo soy la mayor y mi prima menor debe tener ocho o nueve años menos que yo. O sea, una prole gigante de entre cero y nueve años. Uff. Valor. 

Los primos, no todos, como en los 80. 
 ¿Semana Santa quizá? digo por lo abrigados
(La foto es de la foto del libro impreso ;)).
Y así se resucitaron todas esas fotos, de quien sabe cuando, de todos juntos, con nuestras jardineras, vestiditos y atuendos vacacionales. 

Y en aquél entonces, finales de los 70 y en los 80 en pleno, a nadie se le ocurría fotografiar la comida, si fuera hoy, debería haber un libro sólo para eso en esta familia, porque ¡qué manera de comer! 

También hay un sinnúmero de fotos en la casa de Algarrobo, incluyendo algunas en blanco y negro y, así, vi cómo era ese balneario hace más de 40 años. BELLO.

Algarrobo quien sabe cuándo (adivinar por autos). 
Se ve el sitio donde se construyó la casa familiar
frente a la plazuela de taxis de la playa Las Cadenas.
Y también la casa en lo alto era de tíos
y además una que no se ve aquí, o sea, ¡más primos!
Todo esto estaba disperso por aquí y por allá, hasta que mi primo dijo “es hora de hacer un libro de familia” y se encargó de recolectarlo, ordenarlo y demás y ¡Voilá! 

Encuentro increíble como la convocatoria a la unión de registros desperdigados, al armarlos y contarlos, y con el tiempo y la gestión adecuada, pasan de ser sólo una foto vieja por ahí, o algo en la memoria de alguien, a convertirse en un invaluable recuerdo. Literalmente digo, porque recordar, como saben, significa, volver a pasar por el corazón. Y cuando eso pasa, el alma queda calientita al recorrer la historia propia, hermosamente materializada. 

Sé que hay empresas que se encargan de hacer estas cosas, de hecho, creo que mi primo se coordinó con una de ellas y, así, quedó una versión digital y un libro precioso de tapa dura y fotos impresas con colores brillantes. Y, como todo, el resultado final tiene que ver con la semilla y el proceso de buen cultivo y cuidado. La semilla aquí es una familia y el resto es que se reúne con frecuencia, para puro estar junta, porque sí, y, obvio, ¡que deja registro!

Proveerse los registros diseminados por todos lados no es una tarea trivial pero, al menos, en ese entonces, las fotos se revelaban y se organizaban en álbums. Así que me imagino que las fotos más antiguas fueron relativamente fáciles de ubicar.  Hoy, en cambio, hay tantas miles de foto de todo, que yo no sabría por donde empezar a buscar. 

Creo que ya es hora de tomar medidas para prevenir eso y así poder generar, desde la memoria, la felicidad que da el volver a pasar por el corazón.


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