samedi, juillet 21, 2007

La verdad (o "Dame tu palabra")

Mi primo Pablo, Pali para la familia, (hijo menor del hermano mayor de mi papá), además de ser psiquiatra y poeta (aquí, el último poema que me envió), es el primo que más quiero y vive en La Serena*. Podría decir hartas cosas de él, como que me dice, cada vez que hablamos, "Hola primavera, porque eres mi prima-vera, o sea mi prima de verdad". Y juega con el lenguaje conmigo, y los dos nos reímos con eso siempre.

Pero ahora quiero contar que me mandó un p.point cuyo asunto decía "¡Qué verdad, más verdadera!"... y lo vi y me encantó (aquí lo linkeo, tiene audio)... Y tras leerlo, me hizo recordar algunas cosas de mi vida...

(Bueno aquí viene la parte en que pongo "¿más?" y el que quiere sigue leyendo... Pero ese "truco" está malo y no lo he podido arreglar... Así que el que quiera, que juegue a que había un "¿más?" y siga leyendo... si quiere, obvio).

El principio

Voy a partir con dos citas de Mahatma Ghandi. Para mí, uno de los hombres más sabios que ha albergado la humanidad, según mi precario conocimiento. Sobre "la verdad" (según "google-citas") él dijo:

1-"Uno debe ser tan humilde como el polvo para poder descubrir la verdad".

2-"En la vida tenemos que tener como meta la verdad, el medio para alcanzarla, el amor".

Creo que lo que me inspira a compartir esta historia, tiene que ver con ambas citas, y especialmente con la segunda....

Cuando yo era chica, frente a alguna situación así como "difícil" de reconocer, para mí, mi papá me preguntaba y yo respondía... segura, claro. Tras ello, él se ponía serio y me decía: "Dame tu palabra", y me extendía la mano.

No me decía "Jura por Dios", o "Que te caiga un rayo si no es cierto". Sólo clavaba sus bellos ojos azules, fijos en los míos, y de repente me hacía parecer a mí de su porte (1.80). O sea, me trataba como grande. ¿No quería yo ser grande?, pues bien los grandes dicen cosas ciertas, por eso hay que creerles. Era como lo que yo sentía, que me quería transmitir mi papá.

Me hacía sentir como si mi yo, mi "yo" esencial, mi identidad propia, era o no capaz de decir la verdad. Y por tanto, si mi palabra valía... Evidentemente nunca le dije una mentira. No podía sostener su mirada, simplemente el sólo pensar que mi palabra no tenía validez era algo demasiado, demasiado insoportable, dada mi formación.

Es decir, recuerdo patente las miles de veces que mi papá me dijo que todo era perdonable, menos las mentiras. Eso era como lo más bajo, ultra bajo, a lo que alguien podía llegar. Perdía la confianza del prójimo, como la fábula atribuída a Esopo, "Pedrito y el Lobo". Era atroz. (Con la vida aprendí, que el engaño, la deslealtad y la infidelidad, así como la traición, son diversas aristas de las mentiras).

Por supuesto que, dado eso insertado como fuego en el alma, no aprendí a mentir, nunca. (Y eso que a veces quise, pero jamás me resultó). De hecho tenía una amiga en el colegio que se reía y me decía: "Ya, dime, no trates de disimular o irte por la tangente, si no te resulta, las dos sabemos que no sabes mentir", (¿te acuerdas, Gloria?).

También recuerdo una vez, que le conté esta historia a la prima de un pololo que tenía en ese tiempo, y que era mamá de un niñito. Ella quedó como súper impresionada, y dijo que haría lo mismo con su hijo... que ya debe ser muy grande.

He sabido que es peligroso decir siempre la verdad...
(La Carrá lo supo hace N)

Una vez, por un asunto de suma importancia para mis cerca de 11 años, yo estaba en una contradicción vital. Si le decía a mi mamá la verdad, me iba a retar y castigar, y eso era como lo peor que le podía pasar a una en ese tiempo. Y si mentía, entonces mi palabra no valía... ¿Qué hacer?...

Llamé al mago de la sabiduría (o sea a mi papá) por teléfono por un asunto fundamental... (el tema de la verdad, lo es ¿o no?). Ergo, el ingeniero civil y otrora empresario a cargo de más 100 obreros, paró sus funciones un momento para hablar "filosóficamente" con su hija de cerca de 11 años. Tras yo contarle mi dilema a mi papá, y él escucharme con atención, me contestó: "Katinita, la verdad es un regalo, y sólo se le puede dar a la gente que lo merece y que lo sabe valorar".

Tras eso, no recuerdo qué hice con el tema de mi mamá. Esa respuesta me dejó tranquila por un rato. Pero luego vinieron otras preguntas: ¿Cuándo y quienes merecen la verdad? ¿Y siempre es toda la verdad?...

Me acuerdo que esas interrogantes me afligieron harto tiempo, y asomaron particularmente con el informe Valech. ¿Era realmente necesario que toda esa gente reviviera todo ello, era sanador o era volver al calvario? ¿El resto de los chilenos, merecíamos saber eso, porqué?... Estuve reflexionando mucho rato sobre ellas...

(...Aquí había escrito un larga historia, relacionada con medios, que se vinculaba con lo expuesto, pero la saqué -la tengo en pausa mientras la edito-). Y eso porque hoy, 1 de sept de 2008, estando en Sydney yo, mi papá me escribió un word adjunto en un mail, que se titulaba "debilidades heredadas". Ahí me decía que yo había heredado de él, varias cosas, que hacen que nos sea difícil el tema del dinero. De hablar de dinero, de cobrar, etc. Dice en su escrito que finalmente todo viene de la ética. Que cuando él o yo nos topamos con alguien de ética "discutible" simplemente salimos para atrás...

Creo que es cierto. Y creo que eso tiene que ver con "la verdad". Yo he pagado miles de veces cosas que no me han parecido, porque "dije" que lo iba a pagar, aunque la verdad para mí haya sido tácitamente, que pagaría si estaba conforme... Pero no puedo pelear con eso de "me dijiste que me ibay a pagar y ahora no quieres". (Claro, ahí hay algo de tontera también. Que me tupo con gente fresca. Y me meten el dedo en la boca como quieren.) Igual me ha traído beneficios a veces. Gente ha confiado en mí. Y, me gusta que la verdad, mi verdad, sea igual a mi palabra. Me gusta ser una persona de palabra. Aunque a veces salga caro.


*No tengo fotos de mi primo Pali, ni de su familia, pero ya se las pedí... Y ahí se los muestro (es muy lindo además, según yo, claro. Hay N gente que encuentra que se parece a Shaggy de Scooby-Doo, y yo también.

** Foto: del 18 julio de 2007, con mi cel, tomando chocolate con menta en "La crêperie", del Drugstore de Providencia. Se ven nuestras manos entrelazadas, la suya ( tan blanca), y la mía... Día helado, pero con sol.
(Él, me daba apoyo moral en un momento muy difícil para mí).

2 commentaires:

RAHM a dit…

claro, mi verdad es diferente a tu verdad, la verdad se verifica con el tiempo?
hasta ahora, a menos que no haya buscado bien (lo mas probable), no he encontrado algun blog que tenga cierta credibilidad, que haga contraparte a lo que se lee en El Mercurio o La Tercera todos los dias, veo que las noticias son las mismas...
me gusto el gesto de tu padre, es como un desafio para mi, mis hijos tienen 7 y 6 años y ya reclaman con justicia...

saludos

Aynna Dannan a dit…

qué lindo post. Qué lata tener que aprender que la mentira tiene esos matices como la deslealtad, la traición, el engaño, la infidelidad... pero así es como aprendemos, con la experiencia, cierto?
Gran frase y grandes enseñanzas de tu papá. De verdad.

Un abrazo

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