-No es tu culpa, tú eres un buen papá, el mejor, pero no puedes arreglar toda la cosa.
-Soy el hombre de la familia, y no puedo hacer nada. No puedo encontrar a la Claudia. Cuando me quedé sin pega no podía entrar a la casa, me daba vergüenza. Ahora es peor. No puedo mirarlos a la cara, a su mamá, a sus hermanos, no puedo.
En ese diálogo me quebré. Ya Gabriel había sido asesinado -ahí me horroricé-, pero cuando la angustia se cuela en lo íntimo, en la mesa, en los ojos, ahí todo lo envuelve otra dimensión. Ahí “el Ave María” del living de la casa de los Herrera, con amigos, es lo único que cabe en el corazón.
Las recomendación para ver este último capítulo de temporada de “Los 80” era estar acompañado, yo estaba sola, y en ese diálogo me acordé de él. Me hubiera gustado tanto tomarle la mano, preguntarle cosas, que me contara cómo recuerda él todo eso. Yo estaba en Santiago, vivía en Vitacura, iba a colegio, a la Alianza Francesa. Debo haber tenido la edad de Félix.
Recuerdo sólo que hablé con una compañera, la Pascale, en un recreo. Nada más. No recuerdo que fuera tema. No recuerdo ausencias masivas, ni comentarios, no supe quién era Pepe Carrasco hasta muchos, muchos años después, pues, como a Félix, a mí no me decían nada. Había habido un atentado a Pinochet. No lo mataron. Fin. A hacer las tareas, comerse la comida, etc. Lo de siempre. No pasaba nada. Eso me dijeron a mí.
¿Cómo fue en otra ciudad, lejos en el norte? ¿Qué comentó él ese día, con quiénes? ¿Se acuerda, de qué? y otras preguntas me surgieron… Pero no estaba. Yo estaba sola. Y lloré.
Lloré porque me emocionó la mirada clara de Pedro, que lo dijo todo. Que no fue acogedora como siempre, sino altiva y distante. ¿Cómo la mirada puede decir tanto?… No sé, pero puede.
Pedro le mintió al Mayor y devolvió a la Claudia a la familia de Juan. Hasta con consejo, “sáquela de Santiago por un par de meses, y que no se mande más cagadas”. Pedro reconoció la bondad y la decencia de Juan y los suyos, explícitamente además, cuando le dijo a Claudia, “Cabra de mierda, ¿cómo no pensaste en tu familia?, gente buena, gente decente” y no pudo hacer caso omiso. No pudo cumplir las tan citadas órdenes superiores. Y salvó a Claudia.
Pedro había asesinado a Gabriel, quién sabía era el amor de una persona a la que por cosas indirectas ya conocía y le tenía cierto cariño (Claudia)… Lo mató, y su cara reflejó que incluso en ese minuto, de asesino y todo, le importó.
Tomó a la Claudia y la amarró, pero no le hizo daño… Y devolvió a la hija a su familia. Claudia y Juan tuvieron suerte, sí, pero ¿por qué?… Porque la decencia, la bondad y la humanidad importaban, incluso, a veces, a algunos mercenarios de la CNI, como ese Pedro de “Los 80”.
Hoy parece que no importa, a los poderosos de siempre –donde varios de los de entonces siguen siendo los mismos-, no les importa. Y lo que sembraron ahí, el odio, –palabra que casi nunca uso-, pero hoy no encuentro otra, se cosecha hoy.
Ya ese odio no se materializa en toques de queda y balazos, sin en la legalidad de lo inmoral, de lo indecente, de lo vergonzoso de la desigualdad. En resumen, del abuso.
¿Y si ellos, y no sólo yo, no pudieran trabajar o dormir, se arreglarían, al menos, en parte, las cosas?….
Hoy es martes, como casi todos los martes almorcé con mi papá. Le conté que cuando salí del metro, en el barrio el Golf, en la escalera veo unas chicas de negro con un sombrero como de mago, creí que eran como disfraces de Pascua o algo así, pero no. Tenían un mensaje "Sueldos dignos. No más abusos, L’oreal”.
Le comenté eso, ahí en plena terraza veraniega mientras partía un bistec con ajito, porque estos días, igual que hace un par de semanas, hay una huelga IMPORTANTE frente al Hospital de la UC en Stgo. O sea, cerca de mi casa.
(Que no ha salido en ningún medio, ahí, lo importante ha sido la Anita Alvarado, una Tanza que no sé quién es, y el fútbol, obvio. Lo de los sueldos o protestas en ese hospital central y todos sus muchos vecinos afectados, es una cosa que no amerita noticia…).
La huelga de los trabajadores consiste en hacer ruido. Mucho ruido. Mucho rato, sin parar. Cornetas, tambores, chiflidos, bocinas, etc. Horas. Yo, desesperada, fui a ver qué pasaba.
Los carteles decían los mismo, “Sueldos dignos, no más abusos”. Yo estaba molesta con el ruido, entiendo lo que piden, pero ahí hay enfermos, muchos residentes (torres), la Universidad, etc. Fui a hablar con uno de los manifestantes, a pedirle que se callaran un rato, por favor.
Un cabro me pescó –todos muy jóvenes-. Gritábamos, obviamente. Me dice que entiende mi punto, pero que llevan tratando el tema 5 años, que no hay arreglos adecuados, que no hay cumplimiento de las autoridades, y que tuvieron que llegar hasta esa instancia. Que están en huelga legal, indefinida, que han venido 3 veces los carabineros pero que no los pueden echar, y ellos no se irán hasta que tengan una solución satisfactoria.
Me dijo también que muchos arriesgan sus trabajos, pero que “así, señorita, así no se puede seguir. El hospital se llena de plata, y nosotros estamos cada vez peor, no puede ser, este abuso no se puede permitir, no más”. Su mirada era dulce, llena de impotencia y de esperanza, de alguna manera buscaba empatía en la mía. No supe qué decir. Lo entiendo, claro, pero no quiero el ruido y yo no puedo incidir en esa situación…
Él, rompiendo el silencio, me dijo: “Vaya y dígale lo que le pasa a nuestro jefe, está en el piso –2 ó –3. Él es el responsable para nosotros, y no nos da la cara. Vaya Ud.. y explíquele lo que le pasa, si él nos soluciona esto, se lo soluciona a usted, a todos”. Su mirada era de invitación, yo le dije que no tenía nada que ver, y me fui al metro. No me quería meter. Ya tengo harto con mis propios problemas, no quiero ajenos, además.
Mientras viajaba, pensé. ¿Si este mismo ruido, al mismo tiempo, lo hicieran los trabajadores de la Clínica Alemana y Las Condes, los trabajadores de los bancos, las universidades, los conserjes de edificios y condominios de las residencias de los “jefes”… si ellos, y no sólo yo, no pudieran trabajar o dormir, se arreglarían las cosas?….
Entonces pensé que sí tengo incidencia. Que esto de que “no me quiero meter, que el problema del tipo del lado no me incumbe”, es justamente el problema, es este individualismo atroz que nos heredaron cuando dejamos de confiar en los de siempre, en los nuestros, y eso fue la semilla de todo este abuso perverso.
Cuando la gente del barrio se delata, se quiebra el alma… y el resto llega solo
Mi papá me dijo entonces que esto es consecuencia del odio que sembró Pinochet. Me cuenta que en la UP la gente se podía agarrar heavy, pero intelectualmente, y las discrepancias eran como en el fútbol. O sea, nadie dejaba de ser amigo de alguien por estar en contra o no. Me contó hasta una anécdota.
En esa época, la UP, él y otros ingenieros trabajaban en un lugar bien top y bien cuico. Una vez las “momias” hicieron una huelga de cacerolas vacías. El comentario fue “oye están bien ricas, vamos a verlas”. Y los hombres, como hombres que eran, fueron a ver a las minas, daba lo mismo el color político.
También me dijo algo que nunca vi de esa manera, me dijo “las colas eran un derecho”. Había cola porque, sí, habían requisado mercadería, pero también porque la gente podía comprar. Todo eso así era, pero cambió.
Ahí me contó otra historia. En el pueblo costero donde él se crió, en su calle, habían varios niños que crecieron juntos. La pichanga, la playa, los bailes. Los de siempre. Con la llegada de Pinochet, uno de ahí, del barrio, delató a otro… Y así su amigo del barrio, de repente, era un enemigo para la patria… Y los enemigos eran los que uno conocía. Pero la gente se olvidó, precisamente, de eso, ¡de que los conocía! ¿qué instalaron los milicos en la mente y en el alma de la gente?
Otro ejemplo del tajo al alma que hicieron. En los 80 mi papá tenía una fábrica, con varios obreros. Uno de ellos para el 73 tenía 18, y fue reclutado para el Servicio. Este cabro le contó a mi papá que los hacían ir a matar a sus propios amigos, a sus poblaciones.
Como lo que pasa con “el Chino” y el hijo de la Nana de Ramoncito, Ramón Sarmiento, en “Los Archivos del Cardenal”. Donde ellos dos, mejores amigos de chicos, no sólo terminan divididos, sino que uno mata al otro. Como el escena final de “La Lengua de las Mariposas”. Cuando esa inhumanidad entra en el alma, todo se quiebra. Y entonces lo demás es pan comido.
Lo demás es la política del miedo. La que se ve hoy. Donde las aseguradoras, partiendo por las isapres (que hoy se supo recaudaron 50% más que el año pasado, y el doble que la Teletón) y las AFP, alineadas con los bancos (los que prestan el dinero de las AFP, o sea de los trabajadores, a los mismos trabajadores, pero con intereses y gigantes además), todos ellos son los dueños de todos los recursos. Y los administran en forma usurera, inmoral, indecente, pero legal.
Como la forestales en el sur. Que están en manos de 3 empresas, 2 de familias, los Angelini y los Matte. Dónde las rentas y las condiciones contractuales son las más paupérrimas del país (y es donde, paradojamente, también hay más riqueza concentrada, y mucha). Dónde además han dejado una erosión irrecuperable. Pero todo legal, hasta con exención de impuesto territorial. Y no les pasa nada.
O como Cossbo. Una empresa de agua para 18 torres del centro de Santiago (20 pisos c/u 5 deptos promedio por piso, 3 personas promedio por depa, calcule….), que cobra $9000 pesos el metro cúbico de agua caliente (El el Golf cuesta 3), y además el agua fría es intomable y hay que comprar. La cuenta promedio, que pagamos todos los afectados, es de 60 mil al mes (60 mil al mes, sin lavadora, sin jardin). Y sin poder cambiar de empresa.
Hay miles de reclamos en el Sernac, esta situación la conocen algunos políticos en ejercicio y de oposición, hay muchos reclamos también en la Fiscalía Nacional Económica anti Monopolio pero no tiene incidencia así como tampoco a Súper de Sanitarias. Hablamos de Agua. En el centro de Stgo. que afecta a mucha gente.
A algunos medios les interesó, pero, dado que todo es legal. Inmoral, usurero, pero legal. No hay nada que hacer, ergo no hay noticia. La inmoralidad perdura en la medida que llene los bolsillos de gente inescrupulosa, y cuando el sistema lo es y lo permite….
Si además se analiza cómo funcionan los Derechos de Agua en Chile desde Pinochoet, es para llorar.
No sé qué falta más, si la decencia o el sentido de realidad
El sistema económico que instauró Pinochet, además de permitir lo anterior, acabó con los almacenes y los locales más pequeños, supliéndolos por supermercados y farmacias, que más encima se coluden, y es un escándalo moral, pero nada más. No hay cárcel, no hay multas importantes, ni en derechos ni en dinero, sólo hay una burla a la ciudadanía.
Sistema que evidencia, a nivel internacional, que la desigualdad en la distribución de ingresos es impresentable. (Y no es de ahora, el Ministro Eyzaguirre trabajaba en eso el 2005). Desigualdad que, según la CEPAL y Velasco, entre otros, sólo se puede disminuir seriamente con el empleo, –dignos, se entiende- y en eso incide la educación de calidad (como bien social, no de mercado, como indicó el presidente que es actualmente…).
Y resulta que a pesar de todo eso, en el 2011, la Educación sigue siendo impagable para muchos, y si la tienes, tener un empleo es MUY difícil y si lo tienes, que tenga protección social en serio y sueldo digno es casi una utopía para demasiados. De ahí las huelgas. De ahí las marchas. Porque se sabe, hace tiempo, todo esto, pero ahora ya es oficial y todo. Pero, ¿y?… ¿Algún cambio real, legal, determinante?… Obvio que no, ¿por qué habría de haberlo si no le conviene, y si han sometido a la ciudadanía por 40 años, por qué no pueden seguir haciéndolo cuando además hoy tienen mucho, muchísimo más poder que antes?
Y en ese contexto, una persona, natural, tiene cara para hacer una donación de $1500 millones de pesos a la Teletón en forma pública, sin que le dé vergüenza.
¿Cómo no le da vergüenza? ¿Cómo no se da cuenta que eso es una humillación para la gran mayoría, (porque evidencia un sistema que permite una diferencia TAN abismante entre los unos y los otros)? (Sin comentar, además, que ya el hecho que los particulares deban asumir y hacer la Teletón, es otra vergüenza, particularmente con el negociado que les significa a las empresas, pero eso es otra historia).
Y no sólo eso, además, hay quienes aplauden a esa donante… Impresentable a ojos de la decencia, del decoro, de la prudencia, del pudor, de la nobleza… De todo eso que hoy no vale nada, porque no se transa en la bolsa.
Y Michelle tiene cara para hablar de protección social en la OIT… ¿Cómo se atreve?….
¿Ha visto cuánta gente duerme en la calle, ha visto la cesantía, ha visto la cantidad y calidad de la cobertura y pertinencia en salud? ¿Ha visto lo que se necesita para ir al dentista? ¿Ha visto lo difícil que es tener un trabajo? ¿Ha visto la desproporción entre los aranceles de la universidad y las rentas? ¿Ha visto el abuso entre las rentas y las funciones y responsabilidades? ¿Ha cuantificado cuántos contratos y de qué tipo hay versus los trabajadores? ¿Ha evaluado la estabilidad laboral que existe? ¿Ha visto cómo y qué enseñan en los colegios públicos, y para qué…? ¿Ha evaluado el nivel de (in)comunicación efectiva de la gente y la relación que eso tiene con la lectura, el medioambiente, el deporte y la cantidad de horas de trabajo necesarias para subsistir? ¿Ha considerado la cantidad de talentosas personas que no son valoradas y cuyas habilidades se desaprovechan, o sea la gran desconsideración por el valor agregado de la educación más cara del mundo? ¿Ha visto que el contingente carcelario aumenta desbordantemente, igual que el endeudamiento, porque en gran medida no tiene sentido trabajar, además de ser muy complejo acceder a ello? No creo. Si lo hubiera hecho, dudo que hubiera tenido cara para ir a hablar de Protección Social a un organismo internacional. Pero fue. Otra humillación.
La clase media ahora es un lujo
Esta protección social de la que habló Michelle, no sé cuál es. No la conozco. No la veo (y vivo al lado de la posta central, veo cómo es la necesidad). Yo veo que la desigualdad que hay hace que la clase media de “los 80”, la tradicional clase media, se vea hoy como algo lujoso.
Sí. Vivir hoy en una casa, propia, – y no departamento- que tenga un antejardín con pasto y un patio trasero donde cabe una mesa para comer con varios amigos, una parrilla, un lugar para guardar y para tender la ropa.
Un living donde cabe un sofá, dos asientos, una mesa al medio, y una tele…. Y además una mesa de comedor con 6 sillas. Una casa de 3 piezas con una cocina no americana. 2 hijos en la Universidad. Eso, hoy…¿es de clase media?…. Lo dudo.
Y no puede ser. No puede ser que eso, que es una aspiración moderada de una familia, sea concebido como algo extraordinariamente difícil de alcanzar. No puede ser.
(Estrato medio en verdad se dice, como me explicó un experto internacional que entrevisté el año pasado, cuando trabajaba en la Cepal. El concepto de “clase”, me explicó, es otra cosa).
Yo crecí en una casa muy similar a la de los Herrera. En porte, en tipo. Donde todas eran iguales. En una calle tranquila con árboles. Esa casa, como la de los Herrera, mi papá la compró porque en algún minuto la empresa donde trabajaba dio facilidades. Antes la mayoría de las empresas facilitaba que sus empleados tuvieran casa. Además, mis mejores amigos eran mis vecinos. Igual que en los Herrera. Yo vivía en Vitacura…
¿Hoy es pensable que una casa en Vitacura sea similar a una de un sector más popular?…¿Cuánto vale que en vez de conocer al vecino se le pague a las empresas de alarmas, que además lo hacen pésimo como vimos hace poco en la tele?…. Esa fue la herencia a largo plazo de la política de los Chicago Boys que tanto aplauden algunos.
Necesitamos urgente que el honor destierre al horror
Mi papá me decía que, al final, todo esto es una consecuencia del odio. Es cierto, le dije, pero tanto quienes se enfrascan en que “Pinochet” no sé qué y los de “la UP” no sé cuánto, hacen que la conversación se entrampe, y no avance, o sea no podamos tocar los temas de ahora, lo de los sueldos decentes.
Eso porque nos ponemos a hablar de lo moral, de cómo era, etc. Y no llegamos a lo que pasa hoy. A la aberración de un sistema que permite legalmente esta desigualdad perversa con la usura que le sucede. Y entonces, él levanta su mirada azul y me dice, enérgico.
“No es lo mismo, no hay que confundir errores con horrores”.
Cierto. Luego de ver “Los 80” hoy, el horror de lo que pasaba, el odio y la división que sembraron, en fin… Entiendo que si bien a mí me interesa que este sistema inmoral no prospere, eso pasa porque, primero, se restaure el valor de la decencia, de lo moral, de lo noble, de lo correcto.. De lo legítimo, y que eso sea lo legal, no al revés. Y para eso necesitamos, en forma urgente y definitiva , que el honor destierre al horror. De ahí se parte. ¿Habrá alguna chance?
2 commentaires:
Vecina,
leí su post, me gustó todo, en especial la parte en donde conversabas con tu papá, te cuenta cosas que no sabías, porque eras chica y esto no se hablaba con los niños, lo que nos hace esta generación que sólo tiene chispazos de esa época, pero que de jóvenes venimos a unir puntitos.
Me encantó igual que a ti lo que pasó en este capítulo de final de temporada.
Ya estoy haciendo recuerdos también y uniendo puntitos. Hay matices en toda historia. Pero qué triste ha sido pasar por eso, como país, recién me acuerdo de los toque de queda, la paranoia y todo lo que marcó esa época. Es un tatuaje para todos.
Un abrazo.
Muy cierto! mucha rabia, pocas posibilidades...que será de este país??? no tengo idea.
Cuando pienso en estas cosas me angustio mucho, a todos nos debe pasar así, por eso me cuesta estar en contra de las protestas, alguien tiene que hacer algo!
Saludos
Leslie
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